Si ya no ríes tan frecuentemente, como cuando lo hacías cuando eras pequeño, tal vez tenga que ver con esto; quizás… abandonaste tus sueños, quizás dejaste de vivir y empezaste a sobrevivir. Date un momento para reflexionar, te sugiero que te des permiso para meditar sobre ello, acerca de cómo vives tu vida, y nota… siente realmente… si vives o sobrevives, no hay nada malo en ello… atrévete a sentir y expresar lo que sientes abiertamente, porque es un principio natural que te lleva hacia la vida…
“La idea que quiero expresar hoy, es darle espacio a mi sueño más grande, quiero atreverme, hacer lo que me apasiona, sin contar con nadie, sin que nadie me diga si esto me puede hacer feliz o no, si se puede hacer o no, quiero experimentar por mí mismo, no quiero caer en el error de la ingenuidad, de dar espacio infinito en mi vida a los deseos del otro”.
Elige tu vida desde el amor, no desde el miedo. Si eliges desde tus miedos, tu vida estará desenfocada, apagada, abras desconectado toda posibilidad de que tus sueños, que son esa corriente natural que da sentido a nuestras vidas, la que hace que la evolución de niño a hombre, mujer, nos haga seres completos y felices, pierda brillo y toda expresión.
Porque somos el cúmulo de la suma de todas nuestras edades, de todas nuestras experiencias. No perdamos esa rebeldía natural de como cuando éramos niños, a veces sanamente burlona de todo lo que significaba, esa tirantez y seriedad que nos asfixiaba y nos enterraba en vida, aunque sin saberlo, quitémosle hierro al asunto, toneladas de importancia desmedida que agotan los sentidos de la imaginación y de la creatividad y pintan de gris el alma, riamos, cantemos, bailemos, gocemos con la totalidad, démonos un sincero abrazo… y no solo el acto formal de la palabra, que se vuelve desangelada y fría como un timpano de hielo, sino en un solo calido y sentido acto, en toda su expresión, con todo su significado de afecto y encuentro...
¿Quién habita en tu corazón?
¿Estás dormido?
¿Te has preguntado alguna vez porque te sientes así?
¿Eres tú verdaderamente el que sientes, o es el producto de una desvinculación total y absoluta contigo mismo?
¿Eres tú verdaderamente el que sientes, o es el producto de una desvinculación total y absoluta contigo mismo?
¿Por qué te has abandonado?
¿Por qué no te unificas en un solo acto, para sentir, pensar y actuar desde el ahora, pero en ese vinculo vital de los deseos de tu niño, que quiere sentir y amar, que quiere tumbarse sobre la fresca hierba de tu nuevo amanecer... para reconmenzar?
Vive
Un Abrazo y Luz para el Camino